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Premio Mr. E a la mejor producción ¿independiente? de rock argentino

jueves, 26 de marzo de 2020

De como la cuarentena nos lleva a la reflexión y a El Estrellero.

La cuarentena te da tiempo para pensar y para escribir, hay que aprovecharlo. No es que haya recuperado entusiasmo, pero con eso alcanza para reflexionar y comunicarse con viejos amigos. Esta no es estrictamente la reseña de un disco en particular aunque efectivamente haga pie en uno a modo de guía. Acá voy entonces. Lanzado a volcar pensamientos.-
El rock ya no es lo que conocimos. No tanto en su sonido sino en su significado y en su valor simbólico. Empecé el colegio secundario en 1977, lindo año bisagra para la historia del rock, cosa de la que me enteraría pasados dos años. En ese momento los adolescentes escuchábamos rock. Todavía duraba el efecto Sui Géneris, aunque los más curiosos aplaudíamos al nuevo proyecto de Charly García: La Máquina de Hacer Pájaros. Por su parte Nito Mestre iniciaba su carrera solista revelando claramente quién era el dueño del talento del dúo más mentado de la época. Crucis era vanguardia y Spinetta daba forma cada vez más sólida a su mito. Pappo´s Blues o La Pesada ern expresiones demasiado extremas para un niño en su primer año teen. En el plano internacional la dictadura no dejaba entrar mucha información por principios y también por limitaciones técnicas. Todo era muy de boca en boca y acceder a las manifestaciones culturales de cualquier tipo era realmente difícil. Más aún si no estabas en Buenos Aires y no contabas con los recursos económicos para afrontar el costo de revistas o discos. Así y todo Queen empezaba a entrar en los buscadores rockeros. “News of the world” se edita casi en simultáneo con Inglaterra pero se le elimina el pornográfico tema “Get down, make love”. Fui testigo presencial del hecho ya que compramos el álbum para el cumpleaños de un amigo y venía con una etiqueta autoadhesiva blanca pegada sobre el tema que tratamos de eliminar con sumo cuidado pero sin buenos resultados. Se ve que a la discográfica no le dio para una nueva impresión. Otro hito de ese momento fue “I robot” (traducido como “Yo, robot”) de un tal Alan Parsons que tenía en su currículum la medalla de haber trabajado con The Beatles pero había hecho un disco desabrido que, sin embargo y en ese momento, me resultó muy atractivo. La música disco empezaba a hacer de las suyas con Travolta, Donna Summer y toda la bola de espejos pero era como el enemigo raquítico al que ni valía la pena atacar.-
Pero el caso es que escuchábamos rock. Y los que no lo hacían o no escuchaban nada o estaban en otra vereda que no representaba a los adolescentes y jóvenes de la época. El rock tomó un pesadísimo valor desde el día de su invención ¡hacía ya veinticinco años! Era la música que le daba a un par de generaciones una bandera de identidad que rompía con el cordón umbilical que hacía pasar de niños a grandes sin escalas intermedias. El rock era (y lo fue hasta hace muy poco) un lenguaje cultural que ponía un abismo entre padres e hijos, entre jóvenes y adultos. El rock sonando en tu tocadiscos te convertía en un tipo rebelde, antisocial, casi un lumpen que, igualmente, no podía descuidar la higiene de sus zapatillas Flecha para que tu vieja no te mate. Era un refugio y un factor común. Y lo más lindo de todo: a nuestros viejos no les gustaba ni medio y esa diferencia marcaba la cancha. El sonido eléctrico era catalogado por nuestros progenitores como ruido y, para nosotros cuanto más ruido… mejor. La bola se hizo grande y se gestó una cultura y un espíritu rock que configuró una revolución con peso propio de sobra como para que nadie la pueda tildar con el simple y peyorativo latiguillo de ser moda y como tal, naturalmente pasajera.-
Pero como dijo Don Julio “todo pasa”. Y las cosas cambiaron. Y es tan cierto como necesario. Hay, entiendo, dos hechos trascendentes que hacen que el rock en definitiva “haya pasado” porque a ese hecho me refiero. El primero es un indiscutible y contundente cambio de época. De la era eléctrica pasamos a la digital. Es indispensable que los nuevos adolescentes y jóvenes adapten su lenguaje cultural a los nuevos tiempos de terabytes. La electricidad no es lo suyo.-
En segundo lugar pasó lo que tenía que pasar y personalmente me resultaba angustiante desde el momento en que fui padre y mis hijos empezaron su camino musical eligiendo discos de mi discoteca que pasaba a ser nuestra desde lo patrimonial. Porque desde una visión social y humana me parecía anormal. Mi viejo, tanguero fanático del que ya he hablado, se opuso a su padre gallego a fuerza de dos por cuatro y fuelle (amén de haberse hecho hincha de River en oposición al más castizo San Lorenzo de mi abuelo). Yo me opuse a él a guitarrazos y aullidos. ¿Y mis hijos? ¿Cómo lo iban a hacer? Aclaro que esta conducta no me parece para nada nociva. Por el contrario es un comportamiento totalmente humano de acuerdo al cual trazamos ejes diferentes con nuestros viejos casi de manera anecdótica pero simbólicamente trascendental. Necesitamos ese espacio de oposición para construir nuestra identidad individual y colectiva. Después podemos compartir de todo (películas, cuentos, paseos) y pasarla muy bien como debería ser deseable en toda relación entre padres e hijos. Pero en materia de gustos musicales… la cosa cambia.-
Y finalmente pasó lo que algún día tenía que pasar: los jóvenes encontraron una manifestación musical que los unificó y les dió coincidencias por afuera del mundo de los adultos y, principalmente, dejó a estos últimos totalmente afuera. Encontraron la mezcla perfecta, globalizada, digital y, sobre todo, que no nos gusta ni un poco a los que ahora estamos en el rol de ser los viejos. Y la vuelta, queridos amigos, empieza de nuevo. Te quiero ver ahora, chabón.-
Trap, Hip Hop, Cachengue, Cumbia son, entre otros que seguramente se me pasan, ingredientes de una ensalada identitaria aderezada con influencers, redes sociales, posteos en esas redes sociales, comentarios en esos posteos, lenguaje gamer y vaya a saber uno qué más. Rindiéndome ante lo evidente admito que mi ignorancia es el reflejo de su éxito tanto como mi falta de interés y nulo aprecio. Igualito que mi abuelo con el tango y mi viejo con el rock.-
Pero estamos en este punto de la historia y celebro que se haya quebrado, después de una cuantas generaciones de rockers hechos y derechos, la linealidad y homogeneidad de los estandartes de identidad de los jóvenes. El hecho es que hoy las pibas y pibes del siglo veintiuno tienen su propio abecedario cultural. Su calidad no entra en espacio de juicio. Si es así está bien y si es bueno para ellos lo es para mí aunque no me guste. O no lo entienda.-
Con todo esto no sostengo ni por un segundo que el rock haya muerto como muchos dicen. No me malinterpreten. Sería como pensar que muere la música clásica o el tanta veces asesinado tango. Es lógico que en este movimiento de piezas los rockeros tomemos otra conducta y nos convirtamos en nuevos nostálgicos de gueto. Quedará como un estilo musical que tuvo auge hace años y que quedó reservado a una porción de la sociedad que lo sigue cultivando pero, como expresión cultural y símbolo de rebeldía y oposición, ha quedado vacío. Tampoco podemos pretender que esto sea así para siempre. No tendría sentido. Sería como el fin de la historia y nada hay más dinámico que la cultura humana en todas sus exteriorizaciones y manifestaciones. Los chicos no quieren más rock y por lo tanto no hacen más. Hasta acá llegamos. Punto. ¿Punto? ¡Ningún punto! Los que seguimos en este barco por afinidad y por placer sabemos que no hay final, solo un repliegue, probablemente lamento decir, definitivo. Será más chiquito, menos trascendente y minoritario pero veo con esperanza que hay señales muy positivas para pensar en una especie de refundación desde nuestro nuevo lugar más íntimo y pequeño pero no por eso menos relevante.-
Algunos ya han tirado la toalla y prefieren entrar en las nuevas tendencias como si acá no hubiese pasado nada. Publicaciones que hasta hace un par de años se rasgaban las vestiduras por una Fender en llamas no tienen pruritos en hacer extensas notas a la nueva y fulgurante estrella del trap. Músicos que morían por el hardcore encuentran grandes trabajos de producción en discos que hubiesen tirado a la hoguera. Y no está mal. La confusión reina, hay mucho nuevo por comprender y no todos tenemos la cabeza tan abierta. Pero hay algunas manifestaciones que despiertan muy especialmente mi interés y me otorgan el derecho a la esperanza. Me refiero a algunas bandas que adoptan una posición del tipo “bueno, si no hay más rock entonces hagamos mucho más rock”.-
Y es acá donde aparece, por fin, El estrellero. La banda platense lanzó su tercer disco que parece estar en esta línea. Si el rock se desinfló y su público experimentó un considerable descenso cuantitativo entonces hagamos una música que pueda tender a alcanzar el límite de lo grandioso. Mostrar que se puede hacer una suerte de rock total. ¿Habrán pensado en esto los cinco integrantes de la banda? No creo pero en vista de los resultados alcanzados en “Alto miedo” no es descabellado pensar que puede haber sido posible que ese concepto haya surcado sus conversaciones. El Estrellero no se aparta de la línea seguidas en sus dos primeros álbumes (el segundo, “Los Magos”, ganador del último Premio Mr. E aunque, nobleza obliga, no haya sido entregado el dinero del mismo pero esa es otra historia). En este caso sube la vara para regalar un disco finamente atestado de melodías brillantes, juegos de voces de sus cuatro cantantes, orquestaciones avasallantes, influencias y referencias sutiles, Rock Total. De desmembrar este disco se podría exprimir material para hacer varios más de muy alta factura. Su música tiene el impacto de sorprender por sus cualidades y no caer en el siempre presente riesgo de sobrecargar y aburrir. Estos muchachos tienen muy claros sus objetivos pero también sus límites, no como una debilidad sino como una muestra de carácter, inteligencia y sabiduría para dosificar las cosas en su punto exacto y no perderse en el autohomenaje o, sencillamente, en el cuelgue.-
Me atrevo a afirmar que en este sentido El Estrellero está a la vanguardia del rock a nivel planetario. Mirando hacia atrás entiendo que Grizzly Bear estuvo hace ya unos años en este camino y hoy identifico como la más osada de las apuestas de rock total (si se me permite el uso de la etiqueta) a Trudy and the Romance, banda de Liverpool liderada por el talentosísimo Oliver Taylor que mezcla pop de los años ´50, romanticismo, coros teatrales y guitarras filosas como si diese dos pasos atrás para dar diez adelante.-
Oponiéndose a algunas propuestas pop que dan muestra de una exacerbante pereza creativa estas dos bandas, alejadas en geografía pero muys cerca en lo conceptual, despiertan en este reseñador una excitación que desde la aparición de Arctic Monkeys no sentía. Debo sumar también algunas otras que merecen estar presentes en este análisis: PELS en Argentina o Honey Moon y Ugly de Inglaterra pueden ser otros ejemplos de propuestas preocupadas, pero sobre todo ocupadas, en la generación de una propuesta de rock musculoso por donde se lo aborde.-
Dónde irá a parar el rock en este nuevo mapa de la cultura joven no lo sabemos. De lo que podemos estar seguros es que hay músicos talentosos que están poniendo su energía y su creatividad para que el extenso género no pierda valor ni prestigio. Y algunos están acá nomás, muy cerquita. Mis felicitaciones, mi afecto y mi admiración para El Estrellero, verdaderos protectores de la estirpe del rock.-

El Estrellero: https://open.spotify.com/album/7pgwAm1IFXQVRpQXhhErfb
Trudy and the Romance: https://open.spotify.com/playlist/5sxAoc2fTNXqq798DjhPAG

jueves, 4 de julio de 2019

Curvas y contracurvas de una banda.

"La Curva" - Las Perseguidas.
Independiente - 2019.-


No se por qué extrañas razones dejé de escribir tajantemente. No es el final de nada pero es un claro momento de pausa en este juego que hace diez años llevo adelante reseñando discos argentinos de mi agrado. Un poco debe ser por la ausencia de ellos. Cada vez se edita menos y el soporte material me resulta más seductor que el digital. También me pasa que el rock ha empezado a dar signos inequívocos de ancianidad y ha sido desplazado del foco del lenguaje expresivo de los jóvenes. Esto le ha restado inserción, repercusión y rebote. Menos chicos escuchan rock por lo tanto menos chicos lo hacen. La situación es medio angustiante. Es una espiral descendente de la que ninguna manifestación cultural escapa. Es un ciclo vital ineludible.-
Pero así como no tengo razones definidas para abandonar la escritura (aunque sea momentáneamente, insisto) si las encuentro para retomarla. Y son de carácter fundamentalmente emocional pero también tiene un considerable factor artístico absolutamente necesario. La razón es que, después de mucho tiempo de elaboración, está disponible "La Curva", el EP de seis temas de la ya disuelta banda marplatense Las Perseguidas. Lo interesante (al menos para quien escribe) es que fue el proyecto musical que integró Mr. S, integrante del equipo de Mr E desde el día uno junto con Lady N y Mrs. V. Se hace complicado analizar y criticar siendo Mr. E un disco de Mr. S. Sabrán comprender que es imposible despojarse de la emotividad cuando Enrique está haciendo la reseña de un disco de Santiago. Pero tratemos que no debe ser tan complicado. Las Perseguidas es una banda que abreva en la riquísima movida que posiblemente haya sido la última del rock. Digamos que debería ir en la batea (o en la carpeta) junto Arctic Monkeys, The Strokes, Norma o Pixies. La banda no disimula sus pasiones musicales y las plasma sin prejuicios. "La Curva" es un disco guitarrero y melódico que no pierde intensidad pero tampoco emoción. Claro que es esa también su jaula estilística por decisión propia. Son solo seis canciones poderosas y frescas que van de la melancolía de "Recuerdo" y "Planta" a la vivacidad del instrumental "10/10". Las música es poseedora de un destacable vuelo compositivo tanto en la instrumentación como en las letras que, en algunos casos, reflejan seguramente las vivencias de Santiago plasmadas en sus canciones.-
Pero debo volver a ser Enrique y abandonar aunque sea por un momento el rol de Mr. E. "La Curva" es un legado musical de una banda que tenía muchas cosas para ser muy buena. Queda para ser disfrutado así como quedó. Algún arquitecto dijo algo así como "diseñando se sufre". Todo proceso creativo está lleno de incertidumbre, dudas y contradicciones. Los objetivos no siempre son clarísimos y los resultados son casi siempre inciertos, más aún en un arte como la música en la que la función no tiene espacio. Fuí testigo directo del camino escabroso que Las Perseguidas recorrieron. Más de diez bateristas, ensayos suspendidos por partidos de fútbol, complicaciones de toda índole propias de una organización horizontal que es una banda de rock, en la que todos sus integrantes tienen por definición la misma voz pero, por naturaleza, no el mismo compromiso.-
No puedo dejar de decir con cierto prurito que estoy orgulloso de este disco y de estas canciones. Es el fruto del trabajo y el esfuerzo de Santiago como músico y el resultado está más que aprobado. Más allá de algunos detalles de grabación, desajustes o pasajes que podrían haber sido mejores "La Curva" es un buen disco de rock y doy fe que fue hecho con pasión y sinceridad. Mr E lo recomienda con entusiasmo. Y Enrique lo hace con una gratísima satisfacción personal.-

miércoles, 7 de noviembre de 2018

Se trata de entender.

"Enchastre" - Louta.
Columbia - 2018.-


Los hijos buscamos oponernos a nuestros padres en algún momento de nuestra etapa adolescente. Es una conducta humana y está bien que pase. Las personas queremos tener nuestra propia identidad y los padres, que son los referentes idealizados durante la niñez, se convierten en el blanco de nuestras críticas y reproches en los años "dieci" y, en muchos casos, hasta bien entrados los "veinti". Está bueno que esto suceda. No es un problema y, además, pasa y no deja huellas.-
El gran aporte del rock principalmente de la mano de The Beatles, el fenómeno cultural más grande del siglo XX, fue otorgar un espacio de protesta y diferenciación que hasta ese momento la juventud no tenía. Mi Viejo era un tanguero fanático, melómano y coleccionista de discos, material gráfico, libros y un largo etcétera. Heredé su pasión por la música pero el tango, a mi, no me esperó nunca. Fue una forma de oponerme, supongo. Y pasó sin heridas, salvo mi desinterés por el género porteño por excelencia. Pero el tango era el rock de mi viejo. Una manifestación urbana, contestaria y ¡joven! con la que él, seguramente, se opuso en sus años mozos a su padre gallego, además de hacerse hincha de River cuando su Viejo era partidario del más castizo San Lorenzo. El rock se quedó un tiempo largo y se convirtió en la cultura representativa de varias generaciones que quedaron en una especie de "limbo de oposición a los padres", si se me permite el concepto de psicología berreta. Los viejos le mostrábamos el rock a nuestros hijos y ellos se subían entusiasmados como cuando lo descubrí yo autogestivamente. Siempre me pregunté cómo se iban a oponer a mí mis hijos si mi (nuestra) discoteca era para ellos un lugar apreciado. Mis chicos sabían que los discos de The Beatles se escuchan de inicio a fin y que el botón foward está bloqueado para tamaña obra de arte. ¡Ni a eso se opusieron! Mamaron el rock desde el día uno de sus vidas (mi canción de cuna preferida era "Bankrobber" de The Clash, por la melodía, no por la letra, aclaro) y encontraron allí identidad y representatividad. Y no pasó nada. No hay huellas psíquicas graves pero integran el lote generacional ausente del principio de la oposición a los progenitores.-
Y todo esto lo digo para llegar a Louta porque creo que es la cabal materialización de un nuevo canal de resistencia a los padres. Y no es solo eso sino todo lo que significa y representa. Louta es la gran novedad de la cultura independiente de una camada joven que encuentra en él un exponente que antagoniza con todo lo establecido por las generaciones precedentes. ¿Louta hace rock? ¡¿A quién le importa eso ahora?! Como en las nuevas expresiones musicales que he comentado este año hay trap, electrónica y hip hop pero, en su caso, casi ningún ancla con la tradición del rock argentino. Estamos frente a un fenómeno artístico difícil de comprender cuando te formaste en otro mundo, rockero, analógico, sin redes sociales ni comunicadores youtubers. Pero sobre todo cuando creciste en un entorno en el que ser rebelde y diferente eran atributos necesarios y valorados. Louta no hace rock en el sentido estricto del término y es que ese sentido está perdiéndose. No nos pueden mostrar contrastes escuchando a Green Day cuando nosotros amábamos a Sex Pistols. Pero si lo pueden hacer con Louta porque nos pone en el incómodo lugar de la incomprensión. Y no hay nada más frustrante que no poder interpretar un fenómeno frente al que no solo lo hace sino que, encima, lo disfruta. Y esto si es rock. Nos desacomoda, nos perturba, nos suena raro, molesto, ¡nos rockea en la cara!-
Debo decir que "Enchastre" definitivamente no me gusta, lo cual no es un problema ya que muchas cosas no me gustan. De hecho no me gustan The Rolling Stones, indiscutibles abanderados del rock. Pero que algo guste o no es una cuestión subjetiva que nos redime de dar explicaciones. El problema es que no lo entiendo porque no es para mí y paso a ser el abuelo gallego al que mi Viejo le clavaba unos tangos que para él no tenían el más mínimo significado. Opinar sobre la música Louta sería una paradoja ¿qué digo de algo a lo que no puedo captarle el sentido? Puedo analizarlo pero no puedo ofrecer un veredicto o dar mi mirada subjetiva. No puedo decir que es malo porque no me gusta ni puedo decir que es bueno porque no lo comprendo.-
Louta, dicen, tiene un vivo demoledor. Pero canta solo y sobre grabaciones, sin grandes efectos escénicos. Sin embargo es generalizado definir a sus actuaciones como muy movilizantes. Sigo sin entender. Su obra no solo es su música, es la acumulación de sus shows, su vestuario vintage (todo un desafío), sus posteos en redes, sus entrevistas y, como dijo un gran músico y amigo, los comentarios que esos posteos desencadenan. Es una expresión artística de nuevas generaciones que buscan otros sonidos y experiencias. La electricidad ya pasó. El rockero rebelde no le va. El dark depresivo o el punk encendido tampoco. Todo lo que entendimos y fue nuestro ya no es de ellos. Y han encontrado la forma de mostrárnoslo y, por lo menos a mí, hacerme sentir que estoy completamente afuera.-

https://www.youtube.com/watch?v=u-2Z_vOOro8

viernes, 2 de noviembre de 2018

El isleño.

"Chango" - Isla de Caras.
Estamos Felices - 2018.-

El sueño del rock cambiando el mundo se terminó definitivamente. Muchos tampoco nos lo creímos demasiado. Hizo su aporte, no lo niego, pero no ha sido el motor principal. Pero lo que si creo es que el rock como nació ya no va a existir más. Los jóvenes músicos hacen sus canciones utilizando retazos de todo lo que escuchan y los alimenta. La guitarra eléctrica fue la bandera de varias generaciones y el sonido de la ciudad y sus suburbios. Hoy hay otros ruidos y la electrónica endulza más los oídos de las camadas más jóvenes. Es razonable. La música pop está reinventándose todo el tiempo pero en este momento hay como un remolino que está acomodando piezas, incorporando y escupiendo gestos, estilos y... gente. Algunos nos sentimos en un plano tan conservador como nunca imaginamos, pero de nada sirve esperar a que todo vuelva a ser como antes y lo recomendable (al menos para mí) es seguir caminando y buscar entre las cosas nuevas aquellas que nos puedan emocionar y conmover como alguna vez lo hicieron esas bandas que continuamos adorando pero que dejaron su huella y nadie más, o muy pocos siguieron.-
Y hay que ser optimistas para pensar que aparecen algunos proyectos seductores e inteligentes que no van a romper cuerdas ni empapar remeras pero me gustan. en esta línea pongo a Perras on the Beach, Luca Bocci, Formica o los geniales Usted Señálemelo, mezclando prácticas rock, hip hop, algo de ¿trap?, mucha electrónica y un perfume de rock nacional de raíz Spinetteana. Claro que en cada caso las proporciones son diferentes así como también lo es el resultado. Incorporo entonces y le doy mi bienvenida a Isla de Caras, personal proyecto de Lautaro Cura que es, si se me permite el chimento, el hijo de la Vicepresidenta Gabriela Michetti. "Chango" es su primero disco luego de algunos EP o sinlges y ha habido un leve pero significativo cambio. La música ha tomado un rumbo no tan bailable y ha ganado en sensualidad y sensibilidad. Lo que era una propuesta dance ha dado paso a una música pop del nuevo milenio. Un equilibrio entre suavidad, electrónica, guitarras con carácter y un cantar frío pero que no peca de inexpresivo caracterizan a Isla de Caras como un exponente actual de la música pop argentina e ilumina un momento en el que los jóvenes han desconectado sus intereses de los principios fundacionales del rock. Igualmente hay quienes aportan algo novedoso mezclando datos conocidos y siguen alimentando la cultura rock. En este caso desde una isla.-

https://www.youtube.com/watch?v=loUDvjpUoF8
https://www.facebook.com/IsladeCaras/

martes, 30 de octubre de 2018

Dos más dos es cinco. O más.

"Cinco Finales para el mismo cuento" - Flopa.
Independiente - 2018.-

Flopa Lestani es una cantante y compositora que con prolongada trayectoria ha construido una carrera de encomiable solidez. Su música ha sido siempre buena y recomendable en una línea folk de guitarra acústica que es donde mejor se mueve. Su participación en el trío Flopa, Manza, Minimal ha sido, desde mi punto de vista, su más alta producción al menos hasta este momento. Se muestra cómoda, de acuerdo a lo que ella misma ha declarado, con su guitarra acústica más que con la eléctrica y lo del rock´n roll transpirado le va pero no demasiado. Pero este no parece ser entonces el momento más adecuado para la artista. Acompañada por una banda que es la envidia del barrio (medio Valle de Muñecas y medio Acorazado Potemkin condensados en tres integrantes) Flopa rockea (y transpira) como no le gusta tanto aunque se ve que está entusiasmada con la licencia. Las cinco composiciones evidencian, además del tono más alto para su obra, la marcada influencia de Mariano "Manza" Esaín, dueño de las guitarras creativas y nerviosas a las que ya nos tiene acostumbrados en sus propias bandas. El disquito es lo que mejor sabe hacer Flopa: unir su talento compositivo con el de otros artistas afines potenciando sus letras y su canto con la riquísima instrumentación de su banda de ocasión. De esta forma "Cinco finales para el mismo cuento" mezcla el canto profundo, sentido y casi masculino de Flopa con las guitarras perfectas de Esaín. La colaboración da resultados muy altos que alcanzan la cúspide en "No queda más", brillante composición que podría haber prestigiado cualquier disco de Menos que Cero y en el que como un manifiesto de vida canta: "haré lo que hago siempre. La vida me acomoda. Siempre contra corriente. Nunca estuve a la moda".-
Potenciados en su relación de amistad y encuentros musicales frecuentes, la alquimia logra elevar las canciones dolorosas y violáceas de una artista que con generosidad, buen gusto y tino, se vuelca a una postura intensa como hace tiempo que no se la veía. Flopa se sabe más cuando está bien acompañada y lejos de todo egoísmo comparte sus canciones para que nosotros podamos disfrutarlas. Gracias por la juntada, es un éxito.-

jueves, 11 de octubre de 2018

Power pop de altura.

"Obras Cumbres" - Los Andes.
Independiente - 2018.-

Conocí a Sebastián Rubin hace unos años personalmente en un muy lindo show acústico que dieron en un hostel en Mar del Plata junto a Mostruo! Me impresionó como un tipo muy agradable y con gran sentido del humor. Compartimos la pasión por el tenis y, por supuesto, por la música. Más específicamente por el pop perfecto de sólidos cimientos Beatles del cual es cultor desde sus jóvenes años en Grand Prix. El tiempo pasó, tuvo bandas, etapas solistas, homenajes a The Magnetic Fields, etapas más rockeras o más apacibles pero siempre llevó adelante la bandera del buen gusto y la fineza de la canción.-
Su nuevo proyecto agrupa a otros músicos de destacada trayectoria pero no hay duda que el pulso compositivo de la banda lo lleva Rubin, seguramente con consenso y satisfacción de sus cumpas, pero esta es una banda con su tonalidad. Pop confiable y sólido, de melodías esmeradas y sonoridad meticulosamente vigilada para canciones amenas y entretenidas. Todo ocupa su lugar con comodidad: las guitarras, las voces y un clima relajado en lo que ellos mismos etiquetan como power pop. Y esto es... ¡muchísimo! Cuando los cronistas se deshacen en elogios por las superproducciones exageradas Los Andes hace su música con la belleza simple de la canción pop y la inteligencia plasmada en el equilibrio brillante de la trilogía nombre de la banda + nombre del disco + tapa del disco. Rubin y sus amigos no tuercen la historia del pop pero hacen su aporte siempre grato y siempre bienvenido.-

viernes, 5 de octubre de 2018

Andaluz pero argentino.

"Fuego en las Naves" - Tobogán Andaluz.
Independiente - 2018.-

Después de varias idas y venidas me decidí a ver "La casa de papel", la serie española del robo a la Casa de Moneda. No le tenía mucha fe. Suponía que no me iba a gustar. Los comentarios eran ciertamente muy favorables. Pero más que los comentarios lo que recogí fueron elogios. "Buenísima" o "genial" no me alcanzan. Nadie me hizo una pintura de la serie y, digamos por fin, que lejos está de esas alabanzas un poco vacuas y que mis prejuicios se confirmaron. Luego de algunos capítulos entendí qué es lo que no me gusta más allá de algunos recursos de guión que pensaba que ya nadie más usaría (gente que escucha detrás de las puertas, uno que tiene la posta pero entra en coma y no puede decir nada). Lo que le falta a la serie es argentinidad. Acá los personajes son todos divinos y agradables. Tienen la palabra justa, el consejo a flor de labios y la solución dentro de la manga. Las chicas son lindas y gráciles y los tipos son soberbiamente inteligentes que susurran con acento castizo sus máximas de vida. Por el contrario, nuestros personajes argentos son más oscuros y mediocres. Los perdedores de la historias argentinas pierden por goleada y se van a la B. Estos gallegos son todos discípulos de Sabina, sabios de bar, llenos de calle y experiencia. ¿Perdedores? Si, a la española. Acá está el motivo de por qué no compro. Es una frecuencia distinta, otro mundo, otra cosa.-
¿Será por lo de Andaluz que traje este comentario cinéfilo? En verdad creo que no. El contraste se justifica porque este disco de Tobogán Andaluz me parece que tiene eso que no me conecta con "La casa de papel". Y es que "Fuego en las Naves" es un disco melancólico y sombrío, rayano con el pesimismo, bien argentino, triste y taciturno. Tanto como para tener un tema llamado "Tango" o contar la dramática historia de violación en "Lágrima Plateada".-
Este es el cuarto disco de la banda y debo reconocer que nunca antes les había puesto el ojo. Es probable que me haya equivocado o que, en el mejor de los casos, los haya abrazado en una etapa más cercana a mis preferencias. Pero digamos que más allá de los tiempos y las series españolas o argentinas el cuarteto concibió un gran disco. Con un estilo que recuerda un poco a Mi Amigo Invencible, un pop de melodías suaves y claras, las nueve canciones muestran un compendio de sensibilidad y refinamiento musical que es casi inédito para los tiempos que corren.-
Tobogán Andaluz me conquista tarde pero con las herramientas adecuadas. Con su tristeza de derrota inevitable y melancolía violácea. Lo que no pudieron los gallegos atracadores lo lograron estos falsos andaluces.-